2 jul 2011

Si los tiburones fueran hombres

Si los tiburones fueran hombres-preguntó al señor K, la hija pequeña de su patrona-,¿se portarían mejor con los pececitos?.
-Claro que si-respondió el señor K-,harían construir en el mar cajas enormes para los pececitos, con toda clase de alimentos en su interior.Se preocuparían para que las cajas tuvieran agua fresca y adoptarían todo tipo de medidas sanitarias(...).Para que los peces no se pusieran tristes habría ,de cuando en cuando, grandes fiestas acuáticas, pues los pecesitos alegres tienen mejor sabor que los tristes. También habría escuelas, en esas escuelas se enseñaría a los pececitos a entrar en las fauces de los tiburones(...). Lo principal sería naturalmente, la formación moral de los pececitos. Se les enseñaría que no hay nada más grande ni hermoso para un pececito que sacrificarse con alegría; también se les enseñaría a tener fe en los tiburones, y a creeeles cuando le dijesen que ellos ya se ocupan de forjarles un buen porvenir(...).Si los tiburones fueran hombres, se harían naturalmente la guerra entre sí para conquistar cajas y pececillos ajenos(...). Cada tiburón enseñaría a sus pececillos que entre ellos y los pececillos de otros tiburones existe una enorme diferencia. Si bien todos los pececillos son mudos, proclamarían, lo cierto es que callan en idiomas muy distintos y por eso jamás lograrán entenderse.(...).Si los tiburones fueran hombres, tendrían también su arte.Habría hermosos cuadros en los que se representarían los dientes de los tiburones en colores maravillosos, y sus fauces como puros jardines de recreo en los que da gusto retozar.(...).Además, si los tiburones fueran hombres, los pececillos dejarían de ser todos iguales como lo son ahora. Algunos ocuparían ciertos cargos, los que los colocaría por encima de los demás. A aquellos pececillos que fueran un poco más grandes se le permitiría incluso tragarse a los más pequeños. Los tiburones verían esa práctica con agrado, pues les proporcionaría mayores bocados. Los pececillos más gordos, que serían los que ocupasen ciertos puestos, se encargarían de mantener el orden entre los demás pececillos(...).
En una palabra: habría por fin en el mar una cultura si los tiburones fueran hombres.
BERTOLT BRECHET
Historias de almanaque.
Alianza, Madrid, 1987.