26 jun 2011

Un brindis por los 25 años de la Escuela Superior de Artes Martín Santiago

La complejidad de la práctica educativa es tal,que nos plantea la necesidad de considerar todos los elementos que pueden conducir a un buen proceso educativo, nos impone la necesidad de inventar situaciones creadoras de saberes, sin las cuales la práctica educativa auténtica no podría darse. Y digo esto porque las virtudes y las condiciones propicias a la buena práctica educativa no caen hechas del cielo. No hay un Dios que envíe virtudes de regalo, no hay una burocracia divina encargada de distribuir virtudes. Saberes y virtudes deben ser creadas, inventadas por nosotros.
Nadie nace generoso,crítico,honrado o responsable. Nosotros nacemos con esas posibilidades pero tenemos que crearlas, desarrollarlas y cultivarlas en nuestra práctica cotidiana. La condición para que yo sea es que esté siendo. Cada una es un proceso y un proyecto y no un destino. Es preciso que en mi propia experiencia social, en mi propia práctica yo descubra los caminos para hacer mejor lo que quiero hacer...
Descubrí también que la efectividad de mi práctica estaba ligada a la necesidad de aceptar el protagonismo de los demás, a la necesidad de no pensar que soy el único en el mundo que puede hacer ciertas cosas, y a la necesidad de no tener resentimiento con las personas que pueden hacer las cosas que me gustaría hacer y no hago porque no soy capaz. Descubrí tambiém también que la efectivadad de mi práctica estaba ligada a la necesidad de aceptar el protagonismo de los demás, a la necesidad de pensar que no soy el único en el mundo que puede hacer ciertas cosas y a la necesidad de no tener resentimiento con las personas que pueden hacer las cosas que me gustaría hacer y no hago porque no soy capaz.Descubrí que no podía odiar a quien estaba feliz en el mundo simplemente porque estaba feliz, pero aprendí también que debía continuar indagando ante la difícil situación que crea la infelicidad de los demás. Este respeto al derecho de los otros, este reconocer que los otros pueden hacer las cosas que nosotros no hacemos, se llama humildad. Y la humildad no implica el gusto de ser humillado, por el contrario, la persona humilde rehusa la humillación.
En conclusión, profesores, educadoras, alumnos, preocupémonos por la creación y la recreación en nosotros y en nuestros lugares de trabajo de aquellas cualidades fundamentales que son las que nos van a permitir realizar nuestros sueños.
Fragmentos del libro "El grito manso" de Paulo Freire

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